jueves, 19 de marzo de 2015

Laura S.A.

Ella lo ha dicho muchas veces: nació deprisa y corriendo porque el cordón umbilical se le había enrollado y le faltaba la respiración. Una parálisis cerebral la dejó sobre ruedas. Espero y deseo que no para siempre. Cualquiera que estuviéramos en su piel renegaríamos a cualquier hora del día; sin embargo, estoy por oírle el primer taco.

A Laura Soler Azorín la alumbró su madre casi en el momento en que este país recuperaba las libertades públicas y los derechos fundamentales, una premonición. Un tiempo irrepetible en el que muchísimos descubrimos –aunque nos habían enseñado lo contrario– que el camino no estaba trazado, que podíamos construirlo e improvisarlo mientras recorríamos la distancia que mediaba entre donde estábamos y nuestro imaginado destino, que unas veces nos parecía corta y otras se alargaba casi hasta el infinito. Así se puede imaginar también su vida, fiel a aquella máxima de “caminar con tiento, avanzar con riesgo”. O, dicho de otro modo, “cuidar de lo que se tiene, apostar por lo imposible”.

Laura nació el año que precede a una década excepcional en la que vivió su infancia. Un decenio que no solo vio emerger una nueva moda y cortes de pelo diferentes, también alumbró los videojuegos y los videoclips, los cartoons y los primeros grandes ídolos juveniles. Unos años que nos ofrecieron inventos revolucionarios, como los videocassettes y los CDs, que están casi extinguidos. Una década en la que conocimos a Depeche Mode, Bruce Springsteen, Duran Duran, Cyndi Lauper, Madonna, Michael Jackson, Chicago, Van Halen, Scorpions, Michael Jackson, Chicago, Bryan Adams, The Police… Tela, ¿eh?  Y, por si faltaba algo, Profesión Peligro (The Fall Guy), Los Dukes de Hazzard, Comisario Lobo (The Misadventures of Sheriff Lobo), Dinastía, Los Pitufos, Los Super Amigos, Superman I y II, Regreso al futuro o Los Gremlins. ¿Alguien da más? Unos años en los que se fraguó el Estado de las Autonomías, el enésimo intento para acoplar la España invertebrada, sempiternamente enzarzada en la diatriba de las viscerales e interesadas disputas identitarias y territoriales, tan estériles como inútiles.

Laura es la creación asombrosa de una mujer inimitable: Concha. Una maestra inconmensurable y una madre excepcional. He dicho mil veces y repetiré otras tantas que todas las madres son las mejores. No obstante, algunas tienen un plus de excelencia. Concha es una de ellas. Y Laura ha tenido la suerte de encontrársela. Tampoco es cualquier cosa el padre que le ha tocado en suerte, Emilio. Un personaje casi –insisto en lo de casi– de fábula, al que prometo dedicar otro post. Un fulano con una cabeza privilegiada, una cultura envidiable y un saber hacer y estar increíbles. Ágil, inteligente, pragmático, florentino, trabajador, decente…, culé. Y muchas otras cosas que, de momento, omitiré. Laura es la acertadísima síntesis –diría que la mejor– de las virtudes maternas y paternas. Un ser cercano, sencillo, cariñoso, tierno, vulnerable... Y al mismo tiempo una persona arriesgada, retadora, exigente,  luchadora, valiente y esforzada.

Es alguien que no deja de asombrarte. Cuando la miras por primera vez, aparece ante tus ojos la imagen de una mujer desvalida y expuesta; aparentemente impotente para bregar con posibilidades de éxito en el mundo competitivo, insensible e insolidario que habitamos. Sin embargo, basta compartir unos minutos con ella para comprobar una vez más que la vista engaña, porque descubres de inmediato que estás ante una persona que en nada responde a presunción tan gratuita, fruto de una inicial y equivocada percepción, que mueve casi indefectiblemente a la compasión y a la lástima. A poco que la conozcas sabes que esas son dos de las primeras palabras que hace años que desterró de su vocabulario. Porque su vida es justamente lo contrario, básicamente: resolución y alegría. La exprime cada día mientras reivindica incansablemente sus derechos y los de los demás, a la vez que vocea a los cuatro vientos la suerte que tiene de vivir y de hacerlo en las condiciones y circunstancias que lo hace. Y no solamente se siente orgullosa de ello, sino que reitera, en cuantas ocasiones se tercia, que se considera privilegiada porque tiene acceso a oportunidades y disfrutes que otros muchos conciudadanos no logran alcanzar.

Una persona que trabaja incansablemente hasta donde su maltrecho cuerpo se lo permite… y un poquito más. Luchadora infatigable, es capaz de emprender y sacar adelante exitosamente cualquier proyecto, propio o ajeno, nacional o internacional. Por muchas dificultades que presente o por grandes que sean sus propias limitaciones. Estamos ante una mujer que se ha atrevido a viajar a Egipto, Marruecos o Argentina (su paraíso perdido), a hacer un Erasmus en Francia, a pasar sus vacaciones en la Alpujarra granadina o a viajar a otras ciudades para seguir a sus admirados ídolos (Ismael Serrano, Tontxu, los Indras…). ¿Somos capaces de imaginar semejantes “desatinos”? Pues son los que protagoniza asiduamente un ser que se siente libre, sin cortapisas, capaz de embelesarse con los conciertos y con los musicales –que adora–, o de enamorarse casi tan perdidamente como los protagonistas de sus idolatradas telenovelas y ser correspondida, faltaría más.

Laura es amiga inquebrantable de sus amigos y de todos los de casa, que son legión. Atenta con todo el mundo, tiene unas habilidades sociales inconmensurables. Siempre con su discurso empático, utilizando la palabra adecuada para cada momento, enviando el ‘guasap’ o haciendo la llamada oportuna… Alguien que está permanentemente pendiente de los otros que, según ella, le dan la buena vida, cuando creo que es justamente al contrario. O tal vez sea lo mismo.

Laura es una persona que se ‘sale’, un ser excepcional, un individuo que hace a la especie más grande de lo que es. Ha tenido tiempo para licenciarse en Filología Hispánica, para representar a su Facultad en la Junta de Gobierno de la Universidad de Alicante y para presidir su Asociación Pro-Discapacitados. Ha sido concejala del grupo socialista en el Ayuntamiento de Alicante, cursa una segunda licenciatura en Traducción e Interpretación, es doctoranda, ha escrito varios libros…  En fin, menos mal que nació deprisa y corriendo porque si lo hace en condiciones normales no sé qué hubiese logrado esta criatura, que hoy celebra su trigésimo quinto aniversario. ¿Puedo desearle algo mejor que la felicidad? Pues eso…que muchísima felicidad, querida Laura.

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