domingo, 15 de marzo de 2015

Poesía en los muros.

Desde hace un par de años vengo observando que algunas paredes y muros se decoran de modo diferente. Ya no son solamente los ‘grafiteros’ los dueños de los paramentos, tapias, puertas, ventanas, vallas, canales de desagüe y de cuanta superficie ‘pintable’ existe en la ciudad. Lo que ahora sucede es un fenómeno novedoso, diferente y más amable, que no llena las paredes de rúbricas, pintadas o pinturas, dependiendo de la tipología del ‘artista plástico’ que actúa. Parece que lo que pretenden los nuevos “artistas” es habitar los muros desnudos y desangelados, escribiendo en ellos versos o frases hermosas, propias o ajenas, conocidas y desconocidas. Quienes promueven esa iniciativa firman sus obras con la sugerente rúbrica Acción Poética Alicante.

Por lo que he podido saber, la propuesta no surgió en nuestra ciudad. Tiene su origen en una especie de movimiento sociocultural que eclosionó en 1996, en Monterrey (Méjico), donde lo alumbró el poeta Armando Alanís Pulido dándole el nombre genérico de Acción Poética, que adopta apellidos concretos tomándolos de los nombres de las ciudades donde se implanta. Su idea matriz proponía que se llenasen los muros descarnados y los espacios desangelados de aquella ciudad con ‘micropoesías’, rotulando en ellos frases y versos propios o extraños pero, en todo caso, bellos. Y no hacerlo de cualquier manera sino de acuerdo con unas mínimas consignas que, básicamente, se resumen en: brevedad (alrededor de ocho palabras por intervención), escritura con letras de imprenta (mayúsculas negras sobre fondo blanco), contar con la autorización de los dueños de los espacios y evitar usar las paredes de propietarios desconocidos, no aceptar dinero (solo donaciones de pintura y/o pinceles) y escribir en los primeros muros frases del fundador del movimiento, a modo de homenaje por haberlo creado. Estas normas varian ligeramente en cada ciudad donde se implanta para adaptarse a su idiosincrasia.

Rótulo de Acción Poética.
En pocos años, las redes sociales difundieron esta corriente a otras muchas ciudades de Méjico y a otros países iberoamericanos. Actualmente está ampliamente extendida por Perú, Argentina, Paraguay, Bolivia, Nicaragua, Guatemala y Venezuela, como lo está en las calles de ciudades españolas como Madrid, Barcelona Sevilla, Alicante o Murcia. La ciudadanía ha saludado positivamente su eclosión. Parece que son muchos más los que prefieren leer frases hermosas, escritas sobre los viejos muros adecentados, que contemplar los grafitis superpuestos a desconchones y pintadas previas, con más abigarramiento que otros aparentes significados. Porque, además, los nuevos vates que rotulan el espacio urbano no solo cuidan la belleza de sus textos, sino que favorecen la accesibilidad para que su mensaje llegue al mayor número posible de ciudadanos. Y para ello eligen lugares bien visibles, y hasta llegan a redactar los mensajes en Braille.

A mí, particularmente, me gusta ir paseando por las calles y encontrarme cara a cara, de vez en cuando, letreros impactantes que me sorprenden con mensajes como: Algunas cosas tienen que ser creídas para ser vistas, o Vísteme de amor que estoy desnuda. O este más trascendente que encontramos junto a la Gran Vía, a la altura del cruce con la calle Tubería: Si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de esta vida. Porque me resultan mucho más sugerentes que las decenas de miles de rúbricas (tags), letras pompa (bubble letters), vomitados (throw ups), letras bloque (block letters) o el estilo basura (dirty) que cubren impúdica y adocenadamente cualquier superficie que miremos en pueblos y ciudades. No dudo que este incontinente torrente expresivo tendrá un profundo significado para sus autores y para otros iniciados en el incomprendido fenómeno del ‘grafiteo’, pero confieso que su sesudo mensaje escapa a mis cortas entendederas. Seguramente por ello, porque mi sesgada formación me ha hecho más versado en los códigos lingüísticos que en los artísticos, prefiero leer opiniones y mensajes del tipo: Algún día llenaré la ciudad de poesía para que sonrías a cada paso que des, o ese otro más sutil que sugiere: cállame y bésame, en tu caso son sinónimos. Incluso me gustan otros más naif, como el que te sorprende en la pared que hay junto al Convento de las monjas de la Sangre, que revela aquello de: En el verano, caminaban por la arena y se ponían calcetines para formar una playa dentro de los zapatos. Se llenaban el pelo de mariposas. Comían manzanas y caramelos al mismo tiempo para formar en su boca un circo de fruta confitada.

Nada tengo que objetar a las meritorias obras de los numerosos grafiteros alicantinos, autores de characters (personajes), model pastel (estilo 3D) e incluso wild style (estilo salvaje), que me gustan y que admiro. Sí que pongo muchos reparos a las de otros que se autodenominan tales, y no lo son. No obstante, puestos a elegir, prefiero las pintadas de Acción Poética, que saludo con admiración y esperanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario