Hace
un par de semanas me invitaron a participar en una tertulia que con el
sugerente rótulo de “La aldaba” se celebra desde hace más de veinte años en
Elche. Para la gente de hoy este título, además de sonar raro, probablemente no
signifique nada. Sin embargo, a mí me evoca las tres acepciones que recoge la
RAE y, especialmente, la última, que define la aldaba como una “barreta de
metal o travesaño de madera con que se aseguran, después de cerrados, los
postigos o puertas”. Esa es la definición que tengo grabada en mis entendederas
desde que era niño. Más allá de la anécdota, fue una experiencia muy grata por
el tema escogido, la memoria histórica; por el entorno, un paradigmático ‘hort’
del Camp d’Elx; y especialmente por
las personas, anfitriones y gentes polifacéticas, educadas y amigas. Repetiré,
si me invitan de nuevo.
CONFAPEA: Tertulia literaria dialógica |
En
los últimos tiempos he ido sabiendo de algunas tertulias que se celebran en
Alicante y cercanías, que son de distinta índole, tienen diversas intenciones y
agrupan colectivos sociológicamente dispares. Creía que esta saludable y
vetusta costumbre ibérica estaba en vías de extinción, pero me equivocaba. No,
definitivamente, sigue rediviva y para bien, al menos así lo pienso. No sé si esta
recuperación de la tertulia viene potenciada por la reciente tendencia
televisiva a organizar ‘pseudocamarillas’ o ‘pseudotertulias’ que unas veces
abordan temas sociopolíticos y otras asuntos relacionados con el ‘famoseo’ y la
farándula –en el peor sentido del término- o, por el contrario, si es algo que
responde a nuestra larga tradición tertuliana. Pero esa es cuestión baladí, lo
relevante es que se celebran tertulias que ponen sobre la mesa la capacidad que
tenemos todas las personas para comunicarnos y generar acciones. Todos tenemos
habilidades comunicativas que nos permiten relacionarnos y actuar en nuestro
entorno. Y, además, disponemos de habilidades cooperativas que nos capacitan
para interactuar con los demás y coordinar nuestras actuaciones a través del
consenso.
Experimentalmente, sabemos que existen situaciones no mediatizadas por el poder o por la
disponibilidad de las herramientas habituales de dominación, como el dinero, en
las que se dan constantemente acciones comunicativas. En ellas, las personas intercambiamos,
modificamos y creamos significados, poniéndonos de acuerdo sobre ellos mediante el diálogo. A través de él nos replanteamos los aprendizajes, haciéndolo de
manera distinta a cómo lo hacemos en el contexto escolar porque prestamos
menos atención a la adquisición de habilidades académicas que al aprendizaje de
otras de carácter comunicativo y/o práctico. Aunque, paradójicamente, si
enfocamos el concepto genéricamente, no nos será difícil concluir que
las habilidades comunicativas engloban realmente a las prácticas y a las
académicas. De hecho, cualquier aprendizaje puede realizarse de manera
dialógica y comunicativa, tanto si se basa en habilidades académicas como
prácticas. Así pues, desarrollar las habilidades comunicativas equivale a lograr la capacitación para participar más activamente, más crítica y más reflexivamente en la dinámica
social. Se evita de ese modo la desigualdad y la exclusión de quiénes no somos capaces o no
logramos procesar la hipertrofia informativa que avasalla nuestras vidas.
Desde
que allá por los años 90 conocí los principios del aprendizaje dialógico de la
mano de un colega, el profesor Flecha, tengo pleno convencimiento de que es una
magnífica herramienta de transformación social porque permite desarrollar las
capacidades que exige la practica de la ciudadanía participativa y transformadora.
Ypienso que las tertulias, sean literarias, socioeconómicas o políticas, sean
sobre afinidades, gustos o aficiones, permiten materializar el aprendizaje
dialógico porque propician el diálogo igualitario, de modo que las aportaciones
de quienes en ellas participan son consideradas en función de la validez de sus
argumentos y no desde la óptica del criterio culturalmente hegemónico. Además, incorporan la inteligencia cultural
que reconoce el bagaje experiencial que tenemos todas las personas, que deriva
de nuestra propia existencia y que nos capacita para participar en un diálogo
igualitario a lo largo de toda la vida. El diálogo nos habilita para la
transformación, permitiéndonos sentirnos seres activos, capaces de cambiar
nuestro autoconcepto y de interactuar con los demás, superando las barreras que
excluyen de la participación social.
El
aprendizaje que se lleva a cabo mediante el diálogo crea sentido porque somos los participantes quienes decidimos qué queremos
aprender y cómo queremos hacerlo. Otro valor que incorpora el aprendizaje
dialógico es la solidaridad. Las tertulias, por definición, están abiertas a
todas las personas, no existen obstáculos de ningún tipo: ni económicos, ni sociales,
ni académicos para priorizar la
participación de las personas. Finalmente, en ellas se da la igualdad de las
diferencias: todas las personas son iguales y diferentes a la vez. Todas deben
relacionarse recíprocamente en términos de igualdad, respetando las propias
diferencias.
Es
una lástima que la metodología tertuliana apenas haya permeabilizado los aprendizajes
escolares. Solo algunos centros educativos públicos con graves dificultades han
adoptado fórmulas organizativas, como las comunidades
de aprendizaje, que practican el aprendizaje dialógico, obteniendo, por
cierto, excelentes resultados educativos. Por su parte, los jesuitas catalanes
han puesto en marcha este curso una propuesta, denominada Horizonte 2020, que está implantando en sus colegios de pago un
modelo de enseñanza que elimina asignaturas, exámenes y horarios, y transforma
las aulas en una especie de ágoras en las que hay sofás, gradas, mucha luz,
colores y mesas dispuestas para trabajar en grupo, así como acceso a las nuevas
tecnologías. Eso es lo que creen que necesitan los chavales para materializar proyectos
colectivos y cooperativos, que aseguren los aprendizajes y eviten la exclusión.
La verdad es que sería lamentable que fuesen también ellos quienes, dando otra vuelta de tuerca a su emprendida renovación pedagógica, añadiesen el aprendizaje
dialógico a sus prácticas educativas. Pero, visto lo visto, cualquiera sabe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario