sábado, 2 de enero de 2021

El pasar de los días

Fue el 20 de febrero del año transcurrido, el malhadado y bisiesto 2020. Ese día escribí en este blog las últimas reflexiones que me infundieron mis nietos Arizona y Fernando. Como hago cada cierto tiempo, en aquella miscelánea consigné algunas de las imágenes y cavilaciones que me suscitaron y suelen acompañarme. Han pasado trescientos quince días y muchas de sus aciagas noches sin que haya encontrado la oportunidad de sentarme durante un par de horas delante del ordenador para continuar ese relato. Una eventualidad que habla por sí misma. No he logrado encontrar el momento para hurgar en mis recuerdos y reanudar la autoimpuesta narración que intenta hilvanar la secuencia de los progresos de mis retoños, adobada con el repertorio de gozos y dichas que nos procuran a toda la familia. Se han esfumado diez meses de nuestras vidas, más de trescientos días, en los que apenas hemos contado con un par de ocasiones para tenerlos en nuestras manos, besarlos, abrazarlos y estrujarlos cariñosamente. Solo durante algunas jornadas de julio y agosto disfrutamos de las postreras oportunidades para sentir la energía de sus cuerpos menudos, la calidez y la sinceridad de sus abrazos, la dulzura de sus caricias y besos, la sintonía de sus rabietas y sueños; la dicha de satisfacer, siquiera tasadamente, la aspiración de convivir estrechamente con ellos y con sus padres.


Diez meses que apenas son nada para nosotros y que significan una infinitud en la vida de unas personitas de dos y cuatro años y medio. Para la pequeña el intervalo representa exactamente la tercera parte de su vida, y para el mayor un quinto de la suya. Por tanto, no puede extrañar que de vez en cuando los vídeos, las fotografías y las videoconferencias que nos procuran sus progenitores nos sorprendan con sus progresos.

En este interminable ínterin hemos comprobado cómo Arizona ha ido imitando progresivamente a otras personas, especialmente a su hermano, cómo se entusiasma cuándo juega con otros niños y cómo se ha ido independizando poco a poco de sus progenitores. Nos ha sorprendido constatar su  comportamiento desafiante frente a sus padres, su hermano y otras personas, que parece la manera que ha encontrado de reafirmar su identidad y su carácter, porque Arizona apunta maneras en ese sentido. Hemos comprobado como ha ido perfeccionando sus habilidades verbales: conoce los nombres de las personas cercanas y de casi todas las partes de su cuerpo y últimamente ensaya frases de tres o cuatro palabras, eso sí, con su media lengua, que a veces resulta ininteligible, excepto para Fernando que es su intérprete favorito. Por otro lado se ha adaptado al colegio estupendamente, como lo demuestra la alegría con que se dirige a él diariamente, acompañada de su hermano, ambos pertrechados de uniforme deportivo y mochila en ristre.

Sigue las instrucciones que se le dan (excepto cuando no le interesan) y repite palabras que ha escuchado en conversaciones previas. Recuerdo, por ejemplo, la respuesta que dio a su madre hace pocas semanas cuando le preguntó cómo había comido. Adoptando su expresión más circunspecta le espetó: "Tito bien, yo… (f)atal”. Me desternillo cada vez que rememoro la anécdota. ¡Vaya elementa!  Arizona acierta al señalar cuantas ilustraciones se le indican en un libro o cuento. Hace meses que asombra comprobar cómo utiliza indistintamente sus manos para jugar o hacer tareas manuales. Últimamente completa frases y rimas de los cuentos o canciones que escucha en la TV o le recitan sus padres, de la misma manera que utiliza el cuerpo para expresarse y trasladar a los demás sus estados de ánimo. Contrastamos su arrojo para trepar y bajar sin ayuda de sofás, sillas, escaleras…  y su habilidad para dibujar o copiar cada vez más hábilmentelíneas rectas y círculos. De la misma manera que expresa sus emociones, ha ido apropiándose poco a poco de los conceptos que corresponden a lo propio y a lo ajeno. Hemos seguido sus esfuerzos por vestirse y desvestirse al tiempo que ha ido aprendiendo a acatar instrucciones de dos o tres pasos y también el nombre de muchas cosas de su entorno. Llama a su hermano por su nombre y dice el suyo con énfasis. En fin, entiende conceptos como arriba, debajo o adentro;  corre, sube y baja escaleras y acredita una buena coordinación motora. Además, manipula juguetes y piezas, juega imaginativamente con muñecos y distintos objetos, arma rompecabezas de 4 y más piezas y dibuja libremente con lápices, ceras o tizas de colores.

En síntesis, puede concluirse que Arizona es una todo terreno: físicamente fuerte, emocionalmente poderosa e intelectualmente competente. Una niña despierta y muy estimulada por su familia y especialmente por un hermano que la adora y con el que convive intensa y amorosamente.

Tras casi cuarenta renglones dedicados a ella debo ocuparme de mi nieto Fernando pues reivindicará, justamente, la parte que le corresponde del sitial que le usurpó la zalamera de su hermana con el único merecimiento de su llegada al mundo. He referido en otras entradas muchas cosas de mi nieto aunque estoy seguro que deberé añadir muchas más para hacer justicia a sus méritos y merecimientos. Hace pocos días que Fernando cumplió cuatro años y medio. Nuevamente he de reiterar que en las áreas del habla y de la comunicación es un portento que logra asombrarnos a casi todos. Siempre se ha expresado con mucha claridad y lo hace cada día mejor, hasta el punto de que puede contar una historia sencilla usando oraciones completas. Y otra novedad, es capaz de referir su nombre completo y casi casi la dirección postal de su casa.

En cuanto a su desarrollo físico, además de deambular y correr, trepa y se columpia, y es un experto desenvolviéndose en los parques de bolas, unos artilugios que le encantan. Consigue avanzar dando saltos y dar volteretas. Usa con bastante corrección la cuchara y el tenedor y cada vez visita el baño con mayor autonomía y asiduidad. En estos últimos meses hemos contrastado sus progresos en las áreas cognitivas, siendo capaz de contar hasta 20 y dibujar una persona con casi todas las partes de su cuerpo; también escribe algunas letras y números, copia figuras geométricas y conoce objetos de uso diario como el dinero y la comida.

En términos generales su desarrollo emocional corresponde al de los niños de su edad, es decir, le gusta complacer a sus amigos y familiares, interactúa con ellos cantando y bailando, así como  discrimina sin errores el sexo de las personas. Es un niño sensible, meticuloso, aplicado, muy exigente y generalmente cooperador. En el último medio año ha incrementado perceptiblemente su independencia, aunque todavía necesita la supervisión de los adultos.

Empiezo a estar bastante harto de contrastar los progresos de mis retoños a través del plasma o de las fotografías. Considero que merecemos retomar las buenas costumbres de encontrarnos, sentirnos próximos, percibir el fluir de las emociones y los sentimientos. El tiempo jamás sucede hacia atrás. Lo pasado no vuelve y me parece que lo estamos dilapidando con esta vida distante y distanciada, que cada vez es menos auténtica. Ojalá que 2021 sea el año del vuelco y recuperemos las viejas costumbres. Feliz y saludable 2021, Arizona y Fernando. En todo caso, venga como venga, os escribiré algo antes de que llegue vuestro cumpleaños. Palabra de abuelo.

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