martes, 21 de julio de 2015

A vueltas con la Memoria.

La semana pasada tuve la oportunidad de visitar el Centro de Interpretación de los Refugios Antiaéreos, que el Ayuntamiento de Alicante ha habilitado en los antiguos talleres municipales (la que se denominó Casa de Máquinas). Un documentado y amabilísimo guía nos lo mostró a un pequeño grupo de conocidos y amigos, además del recuperado refugio de la plaza Séneca-Autobuses. Fue una experiencia productiva y muy positiva. Por un lado, si se eluden los inconvenientes derivados de acondicionar una dependencia deprisa y corriendo -como parece que sucedió-, el Centro de Interpretación resulta una instalación razonablemente digna. Tal vez el resultado final no tenga la calidad que fuera deseable, pero bueno, cumple suficientemente su papel. Ahora bien, lo que fue una gratísima sorpresa es hallar el refugio de la plaza en tan excelente estado de conservación. Impecable, con sus sillares y grafitis originales y su cubierta de hormigón de casi un metro de grosor, prácticamente desnudo de aditamentos artificiosos que lo desvirtúen. Al contrario, se muestra tal cual fue: parco, descarnado, casi en su versión original. De tal modo que la desnuda arquitectura se adereza con una sobria ambientación musical, que incluye sonidos de sirenas e impactos de proyectiles, permitiendo al visitante hacerse una idea aproximada de las sensaciones y fobias que sintieron sus usuarios hace casi ochenta años.

Centro de Interpretación de los Refugios Antiaéreos
La visita nos motivó a todos reflexiones sobre la multitud de aristas y vertientes de la Memoria Histórica, algunas de las cuales hemos compartido. Reme Izquierdo me decía, por ejemplo, que el verano pasado visitó el Museo del Exilio, en La Junquera. Esa visita le hizo pensar que Alicante merecía una instalación similar dada su condición de lugar emblemático del final de la Guerra Civil, además de una referencia del exilio y de la represión franquista. Incluso proponía algunas secciones que podría albergar. Un museo que, por otra parte, nada tendría de novedoso puesto que ciudades de países con larga tradición democrática y de otros con menor pedigrí (Londres, Manchester, Edimburgo, Misrata, Cartagena, Karlovac, etc.) pueden ofrecernos ejemplos de instalaciones de estas características, que obviamente deben interpretarse y adecuarse a las posibilidades que tiene una ciudad como Alicante, particularmente en este tiempo de penurias. Inmuebles no faltan, sin ir más lejos, el edificio que acogía la antigua estación de autobuses podría ser uno de ellos. Como propone la profesora Izquierdo, el hipotético museo podría incluir secciones como: vivir en guerra (vida cotidiana en la ciudad y en la huerta, la cultura en tiempos bélicos, etc.); los bombardeos (tipología de los artefactos, hospitales y atención a las víctimas, cronologías, relaciones de víctimas…); los refugios, tipología y distribución urbana; el final local de una guerra global (evolución, armamento, uniformes, ayuda internacional, etc.); la derrota (el puerto, el exilio y las cárceles, el Campo de los Almendros y el Campo de Albatera); conflictos históricos versus conflictos actuales: la permanente necesidad de construir la paz.

Aprecio la propuesta de la profesora y la apoyo. Sin embargo, entiendo que el significado y la importancia de Alicante para el conocimiento del final de la Guerra merece algo más que un museo. Creo que debe acometerse, sin espera, una estrategia que impulse acciones a nivel municipal y autonómico, consensuada y respaldada por las universidades, las instituciones y asociaciones y, en suma, por el conjunto de la sociedad civil que ponga en valor el potencial de referencia histórica que tiene la ciudad. A tal efecto, me parece que el municipio debe emprender actuaciones concretas para gestionar el patrimonio y el arte públicos en relación con la memoria de la Segunda República, la Guerra Civil y el franquismo. Esa tentativa de gestión del patrimonio podría vertebrarse en torno a tres ejes: a) la recuperación de los refugios, monumentos, troneras, etc., derruidos y/o abandonados durante el franquismo; b) la eliminación/sustitución de símbolos y monumentos franquistas; y c) el homenaje y reconocimiento de la democracia al periodo de referencia, incluyendo políticas de generación de una nueva monumentalidad, así como la identificación y dinamización de “espacios de la Memoria”, susceptibles de integrar futuros “recorridos de la Memoria”.

Por otro lado, creo que no puede olvidarse ampliar la reflexión en torno a los significados de la expresión “Memoria histórica”, abordando las connotaciones y enfoques que se le han dado: a) la memoria como restitución de las víctimas a sus descendientes; b) la memoria como patrimonio colectivo y derechos ciudadanos sobre las víctimas; c) enfoques ciudadanos y perspectiva histórica de la recuperación de la memoria; d) sociopolítica e historiografía sobre la memoria, etc. Propongo que esta vertiente  se aborde a través de encuentros, jornadas, congresos, investigaciones, etc., cuyo desarrollo y resultados deben compartirse con la ciudadanía y archivarse en el escaparate imaginario de la cultura y el patrimonio local.

Además, me parece imprescindible auspiciar y hacer funcionar, tanto a nivel local como autonómico, estructuras de carácter político-administrativo semejantes a las que existen en otras Comunidades Autónomas. Es inaplazable crear una institución estable con proyección autonómica que produzca per se y colabore con otras entidades, asociaciones y grupos en actos de homenaje, de reparación o conmemorativos; que ofrezca servicios pedagógicos a profesores y estudiantes; que impulse y acoja un centro de información y documentación sobre la Memoria, así como un banco audiovisual de testimonios; que impulse la red de espacios de la Memoria de la Comunidad Valenciana; que edite y publique investigaciones y textos de interés público y difunda contenidos memoriales en los medios de comunicación.  

Debería diseñarse y poner en marcha a nivel local una estructura permanente, vinculada a la Concejalía de Memoria Histórica, que impulse planes de actuación específicos que incluyan estrategias municipales de gestión del patrimonio, la conservación, mantenimiento y ampliación de los lugares e itinerarios de la Memoria, la recuperación de casamatas, baterías, galerías, garitas, nidos, parapetos, trincheras y demás arquitectura militar de la Guerra Civil, así como la concreción del Museo de la Guerra.

Estas propuestas apenas son un apunte de lo que se puede hacer al respecto. Naturalmente todo ello precisa de mayor reflexión, exige un debate público y amplio, en el que todas las partes aporten ideas y puntos de vista (especialmente quienes vienen trabajando en la recuperación de la Memoria desde hace muchos años), así como la voluntad por parte de los gobiernos local y autonómico de llevarlas adelante con decisión. Estas actuaciones no admiten demora. Deben emprenderse ya mismo porque será difícil que se dé una coyuntura más favorable.

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