Ver
la fotografía de un presidente chino provisto de una mascarilla que cubre su
boca y nariz, sometiéndose públicamente a un control de temperatura, no es
precisamente una imagen tranquilizadora. Si a ello se añade que hoy mismo, el
aludido Xi Jinping, ha asegurado que lo que aqueja a su país es la emergencia
sanitaria más grave que ha sufrido China desde la fundación de su actual
sistema político, en 1949, la cosa empieza a tomar dimensiones preocupantes.
Conociendo
el oscurantismo y la opacidad del régimen chino, oír de boca de su Jefe del
Estado, y Secretario General del Partido Comunista, que la epidemia que asola aquel país es una cuestión sombría y compleja, que se encuentra en el momento más
álgido para atajar su propagación, no parece precisamente un mensaje tranquilizador.
Pero si, además, añade en su arenga que todas las instancias del gobierno y del
partido deben hacer esfuerzos incansables para controlarla, al tiempo
que insta a que se retome gradualmente la actividad económica, que lleva
paralizada un mes, justo cuando se iniciaban las festividades del Año
Nuevo Lunar, la cosa adquiere proporciones casi bíblicas.
Sí,
aunque no lo parezca, hace un mes que China empezó a imponer durísimas medidas
de cuarentena. Primero en una quincena de ciudades de Huwei, la provincia donde
se originó la epidemia; después en otras muchas, que acogen a centenares de millones de personas. Esto es
lo que está ocurriendo a casi 9000 km de aquí. Pero hoy nos llegan noticias mucho
más cercanas, y preocupantes, sobre acontecimientos que se están produciendo apenas a dos mil
kilómetros, y en un país de la Unión Europea, en Italia. Aquí son ya 150 casos los
infectados con el coronavirus, tres de ellos fallecidos, distribuidos en cinco
regiones del centro y el norte del país, desde Lombardía y el Véneto al
Piamonte, Emilia Romaña y el Lazio. En tres de ellas se han suspendido las clases en
todos los niveles educativos para mañana. Tampoco se celebrarán los dos últimos
días de carnaval en Venecia. El gobierno italiano ha adoptado medidas
excepcionales, prohibiendo la entrada y salida de las zonas más conflictivas. Se
han suspendido las actividades laborales y las manifestaciones. Este domingo no
habrá competición del Calcio (Serie A) ni en el Véneto ni en Lombardía.
Por
otro lado, en Corea del Sur se han confirmado más de 600 casos y cinco muertes.
El gobierno de Irán acaba de anunciar que cerrará los centros educativos en catorce
de sus treinta y una provincias, tras confirmar ocho fallecidos y 43 infectados
en aquel país. Mientras, Turquía, Pakistán, Armenia y Afganistán han cerrado sus
fronteras con Irán.
Claro
que no se trata de ser alarmistas, ni de soliviantar a la población. Claro que es normal que Sanidad pida calma porque, como argumenta, hoy por hoy en
España no se investiga ningún caso de coronavirus. Claro que es lógico que el
director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias asegure
que no nos planteamos por el momento un cierre de fronteras. Pero es igualmente diáfano que tenemos
contactos diarios con Rusia, con Italia, con Irán, con Corea del Sur y con el
mundo entero, a través de diversos medios. Y por tanto debe tomarse en serio el asunto y prevenir y preparar las respuestas a las distintas facetas de un problema que nos afectará antes que después. Los expertos lo dicen con claridad: las decisiones importantes y relevantes deben tomarse siempre al inicio de cualquier problema sanitario. Luego es invariablemente demasiado tarde.
El director del mencionado Centro de Coordinación, Fernando Simón, asegura que España todavía no se plantea tomar medidas extraordinarias, como las restricciones de vuelos o la cancelación de actos masivos porque, según él, España está preparada para "cualquier escenario posible". Asegura que se tienen las medidas preparadas, que no equivale a que se tengan que aplicar (ya veremos). En fin, todo es cuestión de esperar, añado yo. Espero y deseo que no sea tarde y que cuando se decida aplicarlas sirvan para algo. Paradójicamente, curiosa y simultáneamente, una dura calima de polvo y viento africanos ha provocado el cierre del espacio aéreo y el tráfico marítimo de Canarias. Obviamente, no es lo mismo, ¡claro! Será por eso.
El director del mencionado Centro de Coordinación, Fernando Simón, asegura que España todavía no se plantea tomar medidas extraordinarias, como las restricciones de vuelos o la cancelación de actos masivos porque, según él, España está preparada para "cualquier escenario posible". Asegura que se tienen las medidas preparadas, que no equivale a que se tengan que aplicar (ya veremos). En fin, todo es cuestión de esperar, añado yo. Espero y deseo que no sea tarde y que cuando se decida aplicarlas sirvan para algo. Paradójicamente, curiosa y simultáneamente, una dura calima de polvo y viento africanos ha provocado el cierre del espacio aéreo y el tráfico marítimo de Canarias. Obviamente, no es lo mismo, ¡claro! Será por eso.
En
fin, no sé si el COVID 19 es o será más o menos mortífero que el SRAG, el MERS,
la gripe española del 18 o el Ébola. Sí sé
que, mientras no se demuestre lo contrario, estamos en cueros y a la intemperie. Así que, como se suele decir: ¡qué Dios nos coja confesaos! Por si acaso, yo ya dejo
claro que no tengo nada que confesar. ¡Hasta ahí podríamos llegar!
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