lunes, 25 de noviembre de 2024

Adiós, Amparín

Tienes noventa años, pero para mí sigues y seguirás siendo Amparín. Así te conocí y así te despido, con un diminutivo que no te hace justicia porque siempre has sido grande en profusos aspectos. Destacaré tu bondad y tu alegría, tu simpatía y cariño, tu laboriosidad no exenta de espontaneidad, y también tu amabilidad, honradez y optimismo. Podría alargar mucho, sin esfuerzo, el listado de tus cualidades. Por otro lado, bien mirado, llamarte Amparín tal vez fue la acertadísima manera que encontraron tus padres para cuadrar el círculo, distinguiéndote de tu progenitora y subrayando a la vez tu condición de primogénita. En todo caso, Amparo es un nombre que habéis contribuido a hacer grande madre e hija.

Hace dos años, cuando me avisaron de la partida de Emilia, imaginé sin fundamento que sería la tuya. Me equivoqué y comprobé de nuevo que en esto de marcharse no priman ni la antigüedad ni otros privilegios. Recordaba entonces y recuerdo ahora el último viaje que hicisteis a Gestalgar y también el magnífico día que compartimos. Fue en septiembre de 2016, apenas hace ocho años. Dije entonces que todavía me parecíais dos mujeres de mediana edad, ágiles y pizpiretas, gozando de una salud física y mental razonablemente buenas. Me alegró muchísimo contrastar que así era. Dije también en aquella ocasión que hacía tiempo que tenía asociados los conceptos de inteligencia emocional y resiliencia a vosotras, a mis primas Amparo y Emilia, aunque no de manera correlativa ni excluyente, y ni siquiera por el orden referido. Y no me equivocaba: os habéis ido las dos conservando hasta muy tarde la alegría y el optimismo de aquellas dos jóvenes con las que conviví en los años sesenta, que nunca perdieron el buen humor ni su proverbial capacidad natural para transmitir esos sentimientos a cuantas personas les rodeaban.

Amparo ha sido a lo largo de su vida una persona con inteligencia emocional, con sana autoestima y con muchas habilidades sociales. Alguien que ha percibido y exprimido la vida en positivo. Tenaz en su tendencia a encontrar siempre el lado bueno de las cosas, ha reivindicado sus convicciones y sus asuntos con énfasis y determinación, sin enredarse con ñoñerías y menudencias. Ha sido una de esas personas que van directamente al grano, sin subterfugios, ni tonterías, ¿para qué?, que diría ella.

Como le dije a tu querida hermana cuando se fue, en este tiempo que vivimos de tanto doliente adiós y tanta indeseada despedida, tomo prestados los versos de un poeta optimista como tú, Luis García Montero, para decirte con él que: 

Como la luz de un sueño,

que no raya en el mundo pero existe,

así he vivido yo

iluminando

esa parte de ti que no conoces,

la vida que has llevado junto a mis pensamientos...




No hay comentarios:

Publicar un comentario