viernes, 22 de septiembre de 2023

Qué bello es vivir!

Cumplir años es menos grave de lo que piensan algunos. Simplemente, diría que es una constatación individualizada del inexorable paso del tiempo. A estas alturas del recorrido vital percibo los aniversarios como meros puntos de inflexión que me recuerdan —por cierto, bastante despiadadamente— que vivo el tiempo de descuento (o casi), agotando, o quién sabe si desafiando, la esperanza de vida que los cálculos estadísticos nos atribuyen. Como he dicho en alguna ocasión, considero saldadas mis deudas y casi agotadas mis aspiraciones. Y como dijo Miguel Hernández, aunque lo hago con muchos más años de los que tenía él cuando lo escribió, recorro los setenta con tres de las heridas que me procuró la vida: la del amor, la de la muerte y la de la vida. He amado, y sigo haciéndolo, a corazón abierto. Asumo, dolorosamente, los duelos por los seres que quise y se fueron. Me confronto de vez en cuando con la muerte y sus significados y me afano por aprender a enfrentarla con serena resignación. Y en tanto llega continuo seducido por la vida, consumiéndola con el empeño de siempre.

Y es que, como dijo alguien cuyo nombre olvidé, a cierta edad lo único necesario para ser feliz es saber medir bien las distancias y no pedir lo imposible. En mi opinión, una de las claves de la felicidad radica en no aspirar a llegar más allá de lo razonable. A fin de cuentas, quizás no nos toca saber qué significa la suma de los años que hemos cumplido. Pero lo que no podemos olvidar, lo que debemos reconocer sin regateos es la intensidad y la riqueza del ayer, y lo frágil y precario que resulta el mañana. En definitiva, hemos de asumir la vejez, esa edad de la autenticidad hallada y de los derechos adquiridos, en la que se vive exactamente como se es, sin ambages. Marguerite Yourcenar decía que una de las raras ventajas que se reconoce a la vejez es esta posibilidad de quitarse la máscara en todas las ocasiones. Y me parece que no le falta razón.

No obstante, sería ingenuo, o simplemente hipócrita, negar los estragos que acompañan a los años y que a la vista están: dolores musculares, artrosis, cataratas, patologías cardiacas, cojeras, cansancio sostenido, pereza para salir a caminar…, como males menores. En todo caso, lo hecho, hecho está, y es mejor no sentir rabia alguna con lo que, sin eufemismos, se llama vejez. Al contrario, resulta conveniente acogerla con algunas de sus ventajas, que también las tiene. En mi caso, por ejemplo, destaco una querencia crecientemente acentuada a vivir una soledad habitada, que afortunadamente he logrado compartir con algunas personas y muchas lecturas.

Por otro lado, cuando se han cumplido los setenta, en general, ya se ha aprendido a decir «no» con más frecuencia, pues se reconocen más claramente los límites y las prioridades. Del mismo modo que aceptamos determinadas citas y retos que consideramos indispensables o sugestivas para la salud o el bienestar, también sabemos decir «no» desde la certeza de que somos prescindibles, desde la convicción de que deben ser otros quienes encararen los desafíos futuros. La vejez matiza las ganas de competir e incrementa el deseo de estar cerca de la gente. Decrece el afán de querer decir o de querer saber, y se incrementa el deseo de sentir y de estar con los otros.

Por fin, con setenta y tantos años, uno se mira al espejo con permisividad. Lo que se nos grabó en el rostro y en el cuerpo allí está y no hay nada que hacer para eludirlo, porque casi nadie logra falsear su curso vital. Alcanzar esa edad es saber, sin equívocos, quiénes son los verdaderos amigos, las personas con que podemos estar sin fingimientos ni imposturas. Y disfrutar de ellos.

Estos son algunos de los retazos que me aproxima la mirada retrospectiva que imagino desde mi patrimonio emocional y desde el capital social y afectivo que he logrado amasar con el paso de los años. Naturalmente, caben otras perspectivas más pesimistas y descompuestas, que existen, conozco y justifico, pero que no comparto porque, con ingenua intención, cuando me levanto cada mañana, repito la inmortal sentencia que intituló la inefable peli de Frank Capra.



11 comentarios:

  1. Amic, estic d'acord amb tot el que sents, penses i transmets en aquest bell text. Com és habitual, la nova reflexió és sincera, profunda, encertada i convincent. He gaudit llegint-te.

    Aquest matí he felicitat una persona que estime i amb motiu del seu aniversari li deia que "...la vida continúa siempre (y nos) da razones para llorar y razones para reír"; i l'esperança de què "siempre, siempre, habrá alguien en la orilla" esperant-nos per compartir unes i altres. I com també és cert que la felicitat "se reconoce por el ruido que hace al marcharse", com diu K. Pankol, cada vegada crec amb més fermesa que hem de gaudir de la Vida, aquí i ara, celebrant cada moment i situació, perquè, amb el pas dels anys, un també es convenç -com Fabio Volo ("El tiempo que querría")- que "no hay mejor eternidad que la que dura unos instantes" ben viscuts i compartits.

    Gràcies per aquests 'obsequis'.
    Una abraçada de ximo

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  2. Moltes gràcies, Ximo. Subscric tots els arguments que li has explicat al teu/teua amic/ga o familiar. Plenament d'acord. Una forta abraçada.

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  3. Me ha encantado tu escrito de análisis del vivir y recodar la vida.Nos queda a estas alturas de años encima,agradecer el haber podido hacer muchas cosas .Toca seguir en ese camino dando sentido y haciendo frente a la Vida.Un fuerte abrazo.

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  4. Un escrit bellíssim i lúcit...
    Me reconec en cada una de les reflexions, amb la certesa de reconèixer el regal d'estar vius i ben acompanyats.
    I estar rodejat de gent estupenda, positiva i reflexiva ue aporta...com tu
    Gràcies .

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  5. Gràcies a tu per llegir-me i per les teues paraules.

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  6. Me gusta mucho tu reflexión. Reconforta el ánimo a quién también está en esa etapa de la vida. No queda otra que vivirla con serenidad y saborear lo que aún nos ofrece

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  7. Muchas gracias. Comparto tu conclusión. Saludos.

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  8. " Qué bello es vivir " , para leer y seguir leyendo todo lo que escribes, Vicente.
    Muchas gracias.
    Me he identificado con todo lo que has escrito.
    Sigue escribiendo, por favor.

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  9. Muchas gracias. Eres muy amable. Saludos.

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  10. Muy bonita reflexión de la VIDA , siempre aprendiendo de tu inmensa humanidad, un abrazo profe.

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