Casi no han transcurrido dos semanas de primavera y ya son legión los foráneos que zanganean por nuestras calles y playas. Apenas despuntan los primeros calores primaverales —o lo que el tiempo dé, porque les resulta indiferente— y a esas gentes que tanto se ufanan de su territorio les faltan horas para huir de él con renovada presteza alegando cualquier pretexto, negando la mayor y haciéndose notar apenas llegan a estas tierras periféricas a fuer de exhibir su peculiar prepotencia, su natural estrépito y su proverbial chabacanería, cualidades que asombrosamente consideran ocurrentes y guais. Afortunadamente, desde hace algunos años, este acostumbrado alud de bahorrina coincide con un flujo emocional positivo proveniente de mis nietos, que en las fechas mencionadas y en otras se dejan caer desde la villa y corte por este territorio que los mesetarios denominan «Levante» acompañados de sus padres, como de hecho sucedió el pasado fin de semana.
En la última visita que nos hicieron a finales de febrero y especialmente en esta última hemos comprobado como Arizona recorre el gratificante estadio vital que algunos denominan «años mágicos», ese intervalo entre los tres y cuatro años en el que predomina la fantasía y la imaginación. Por otro lado, es una niña con gran vitalidad que corre y brinca que se las pela, sube y baja escaleras sin apoyos, trepa por sofás, sillones y cualquier tipo de asiento, lanza y atrapa pelotas, peluches y lo que se tercie y se mueve con agilidad en cualquier dirección. Es evidente que ha crecido mucho y ha hecho notabilísimos progresos en sus movimientos, perfeccionando sus destrezas corporales. Son igualmente notorios sus avances con las manos, sorprendiendo por su capacidad para dibujar objetos y personas, copiar figuras geométricas y trazar algunas letras mayúsculas, incluidas las que componen la versión hipocorística de su nombre, «ARI», que empezó rotulando «AIR».
En el ámbito de los logros sociales y emocionales juega con otros niños, le interesan las nuevas experiencias, tiene cada vez más inventiva en juegos de fantasía, coopera en vestirse y desvestirse, propone soluciones para algunos conflictos y es cada vez más independiente. Por otra parte, se autopercibe como una persona plena integrada por cuerpo, mente y emociones, y todavía confunde fantasía y realidad.
Dentro de un par de meses Fernandito cumplirá seis años. Tanto en esta visita como en la anterior, más allá de los flashes que nos proporcionan las videollamadas cotidianas, se han hecho perceptibles los progresos en su desarrollo motriz, su modo de pensar y sus habilidades comunicativas.
Sigue pleno de energía, ansía jugar continuamente y aprende a través del juego. Cada vez es más consciente de que atraviesa un período de transición y percibe que las cosas van cambiando de cara a la nueva etapa escolar que se le viene encima. Muestra mayor coordinación y control en sus movimientos corporales, conserva el equilibrio, salta a la pata coja, ha perfeccionado su aprendizaje de la natación, el uso del patinete y a montar en bicicleta. Salta y brinca con soltura y despliega sus movimientos con creciente armonía. Ha mejorado ostensiblemente su motricidad fina, como evidencian sus destrezas domésticas y escolares. Por otra parte, ha completado su conocimiento del esquema corporal, conoce perfectamente todas las partes externas de su cuerpo y muestra interés por algunas internas (corazón, estómago, cerebro…). Todo ello le permite dibujar la figura humana con profusos detalles, siendo los trazos de sus dibujos finos y precisos.
Por otro lado ya casi ha adquirido la lectoescritura: sabe leer y escribir todo tipo de sílabas (directas, inversas, trabadas…), entendiendo la funcionalidad de ambas destrezas y mostrando una comprensión lectora notable. En cuanto a sus habilidades lingüísticas ha ampliado notoriamente su vocabulario, que vocaliza correctamente con pleno dominio del repertorio fonético. Dice su nombre completo y la dirección donde vive y es capaz de expresar verbalmente su estado de ánimo, sus necesidades personales y deseos. Y, obviamente, intenta satisfacerlos. A veces sorprende su forma de hablar, que se parece crecientemente a la de los adultos, combinando frases y respondiendo de manera precisa a las preguntas que se le formulan. Se muestra deseoso de saber y de conocer cuanto le rodea. Pregunta constantemente y le gusta obtener respuestas claras, sin ambages ni circunloquios. Le divierten las adivinanzas, los chistes y los juegos de palabras.
Respecto a sus características conductuales y emocionales tiene clara su identidad sexual y aunque todavía no ha abandonado el egocentrismo es capaz de compartir juegos y juguetes con su hermana y otros amigos o compañeros, cooperando activamente en los juegos y disfrutando de su compañía.
Empieza a mostrarse independiente, aunque en ocasiones exterioriza inseguridades ante situaciones e individuos desconocidos. En todo caso, necesita sentirse importante para las personas de su entorno. Reconoce las emociones y los sentimientos de los demás y adopta actitudes de protección hacia los más pequeños, especialmente con su hermana. Le gusta hacer encargos y asumir responsabilidades en las tareas domésticas y escolares, de la misma manera que le agrada que le elogien cuando hace las cosas bien, siendo normalmente consciente de que se equivoca y comete errores. No obstante, porfía por ser autónomo y alcanzar una sólida autoestima.
De modo que puede decirse sin rodeos que afortunadamente disfrutamos de unos nietos saludables, que perfeccionan su desarrollo evolutivo con la más absoluta y deseable normalidad. Cada vez que los vemos gozamos comprobando que nos acogen con satisfacción, se sienten a gusto con nosotros y nos muestran su afecto y su respeto, lo que no deja de sorprendernos porque el hecho de que vivamos a cierta distancia impide que nos relacionemos con la frecuencia y la continuidad que lo hacen otros. Observamos el hermanamiento que existe entre ambos, cómo se quieren, se respetan, se preocupan el uno por el otro y exteriorizan gestos de afecto mutuo para satisfacción nuestra y de todos sus familiares. ¿Se puede pedir más? Diría que sí: que gocen muchos más años de la salud física, intelectual y emocional que muestran ahora.
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