Pese
a las muchas acepciones que tiene esta palabra, en los últimos tiempos aparece
vinculada a un nuevo significado, como consecuencia de la iniciativa desarrollada por algunos
ciudadanos que viven en unos cuantos municipios de la Sierra Norte de Madrid (Manzanares
el Real, Colmenar Viejo, La Cabrera, etc.). Curiosamente, con este término aluden a una moneda alternativa, que utilizan actualmente para intercambiar servicios y productos un colectivo de casi quinientas personas.
La
idea de crear esta singular moneda hay que buscarla en el contexto del
movimiento 15M Sierra Norte. En mayo de 2012, sus miembros, vecinos de los referidos
pueblos, difundieron la propuesta entre familiares y amigos que, según cuenta
Franco Llobera, uno de sus organizadores, la acogieron con receptividad, de tal
modo que han conseguido intercambiar bienes y servicios por un equivalente a
once o doce mil euros, en apenas los seis o siete primeros meses de su
existencia. Actualmente, la organización tiene más de ochocientas ofertas, que
abarcan casi todo lo imaginable, como se puede comprobar en su web.
El
sistema que han urdido estas personas va más allá del trueque de servicios
entre ellas. Es una estructura más compleja, porque además de obtener
servicios, también pueden "comprar" productos. Lo que ellos recomiendan para atribuir valor a
las ofertas que hacen es que se tase lo que se ofrezca a diez moras la hora de
trabajo. Además, si se trata de un producto manufacturado (artesanía, artículos
para el hogar…), es posible pagar hasta el 50% de su valor en euros, lo que
facilita que el artesano pueda hacer frente a la compra de los materiales
necesarios.
En
la web corporativa “La mora. Moneda complementaria Sierra Norte” (http://lamorasierranorte.org), podemos
leer que para ellos “la mora, o moneda social, es un instrumento para conseguir
relaciones económicas igualitarias y basadas en el trabajo real. La moneda
social se crea y se destruye por y en función de la actividad económica real
que se da entre las entidades y personas participantes. Es una moneda local,
que no produce intereses y que no tiene sentido acumular. Esto elimina la
posibilidad de especular con ella y facilita una alta rotación de la misma,
aspecto que favorece los intercambios internos. En este sentido, nunca hay
escasez de moneda, sino que existe tanta como riqueza o trabajo real existe en
la Comunidad de Intercambio Sierra Norte. Por tanto, es una moneda que se crea
de forma democrática, descentralizada y comunitaria, lo que permite consolidar
y potenciar economías locales basadas en la cercanía y el conocimiento mutuo.
La mora no tiene una representación física
todavía (billetes o similar). Los intercambios se realizan a través de
procedimientos electrónicos, mediante una interfaz web en la que cada usuario
dispone de una cuenta propia en moneda social. En el sistema conviven el euro
(con su realidad física) y la moneda social con una relación de equivalencia
1:1 entre ambas”.
Los
participantes de La Mora, además de utilizar la web para anunciar sus ofertas,
se juntan una vez al mes en distintos municipios y organizan mercadillos para
mostrar los productos y conocerse, porque al fin y al cabo, de lo que se trata
es de volver a un sistema de trueque y compraventa más cercano y de intentar capear
la crisis.
En
el contexto de la locura económica que nos está arrasando, saber que hay
iniciativas como La Mora (y las hay en otros lugares de España), aún con todas
sus limitaciones, es como respirar una bocanada de aire auténtico. Pese a que
me retrotrae a más de cincuenta años atrás, cuando en plena autarquía dictatorial
había “moras” en todos los pueblos y en muchas ciudades de España. Todavía no he
olvidado los viajes que hacía a la tienda del pueblo. En muchos de ellos, mi
madre me enviaba con un cesto con huevos o con algunas hortalizas y me indicaba
con qué otros presentes debía volver. Unas veces era un paquete de arroz, y otras
unas buenas rodajas de chorizo pamplonés que, por cierto, ¡bien bueno que estaba!.
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