miércoles, 5 de abril de 2023

Noches de luna rota



29 de marzo

A media tarde empecé a leer Noches de luna rota, de Fulgencio Argüelles, que creo que me va a gustar, como cuanto le he leído. En la contracubierta del libro, se dice que «los habitantes de Peñafonte, una pequeña aldea minera, tratan de subsistir en el particular equilibrio establecido tras los trágicos eventos de los últimos años: la revolución obrera de 1934, la Guerra Civil, la represión de la dictadura y los avatares personales de este singular elenco de personajes. La boda de los jóvenes Jovita y Arbicio parece devolver por un momento la esperanza al pueblo, brindar la oportunidad de dejar atrás el funesto destino que corresponde a sus habitantes por herencia y hacer revivir a una comunidad aislada del mundo y rodeada de fantasmas». Prometedor el universo de Peñafonte, que anuncia una suerte de microcosmos fosilizado de la España franquista y de sus lacerantes secuelas.

3 de abril

Hoy, antes de conciliar el sueño, he concluido la primera lectura de las doscientas y pico páginas que tiene la novela de Fulgencio Argüelles. En ella me he reencontrado con esa tipología narrativa en la que lo importante son los personajes y sus reflexiones. Leerla me ha parecido como sentarme a escuchar una historia contada por quienes la han vivido, pues cada uno de sus treinta capítulos se articula en torno a una conversación entre dos de ellos. Hay protagonistas que se repiten e interactúan con otros en varias ocasiones, siempre a través de diálogos extraordinarios. Ese universo que recrean estas gentes, sencillas y de bien, logra envolverte en la historia de un tiempo duro, negro y peligroso (los años que siguieron a la Guerra Civil), que encierra en este caso las vidas de los habitantes de la pequeña aldea de Peñaforte (Asturias), cercana a donde Fulgencio Argüelles ubicó su anterior y magnífica novela El palacio azul de los ingenieros belgas. Son lugareños que bregan dolientemente para recomponer, como pueden y les dejan, sus vidas y su futuro. La aldea entera es una herida abierta que lacera la existencia de casi todos sus vecinos. Abundan las fantasmagorías que siguen desvelando la culpa que no consiguen sacarse del alma quienes tienen algún tipo de responsabilidad, o creen haberla heredado. La boda de dos jóvenes, Jovita y Arbicio, representa el punto y aparte necesario para imponerse al pasado y lograr encarar el futuro. De nuevo el amor se revela como la fuerza motriz que cierra dolorosas heridas y entierra los fantasmas pretéritos.

Con Noches de luna rota he vuelto a paladear los refranes y las frases hechas, y esa forma de hablar que te sumerge en la vivencia imaginada del tiempo en el que transcurre una determinada historia. En la novela de Argüelles se redescubre una vez más la belleza literaria, las renovadas y sabias reflexiones… Un relato, el suyo, protagonizado por un puñado de actores que encarnan prototípicamente a los habitantes de la aldea. Sus diálogos ofrecen una recia panorámica de cómo ha evolucionado y de cómo vive esa comunidad y, a la vez que ella, el país entero. El relato es de una munificencia espléndida y allega pistas valiosas y verosímiles que ayudan a comprender la diversidad de los seres humanos. 

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