Mi
mujer que, después de mi, sin duda es la persona que más me quiere, me dice
cada domingo: ¡tranquilo, no te excites!, ¡relájate, por favor!, que no te
convienen los sobresaltos. Se preguntarán, ¿qué le sucede a éste los domingos
que no le ocurra durante los demás días de la semana? Para responder a la cuestión,
empezaré confesando que hace un año largo que me jubilé, lo que equivale a
decir que para mí todos los días son sábado, y los sábados son domingo, como asegura
mi amigo Emilio Soler. Y añadiré que lo que hace diferentes los domingos de los
demás días de la semana es que suelo comprar los periódicos y que, al ojearlos,
me sobreviene una irritación atroz, que desasosiega espantosamente mi carácter.
Ayer,
por ejemplo, percibí los primeros síntomas leyendo las páginas dos y tres del diario Información,
que incluían el habitual “Análisis” dominical de su director, Juan Ramón Gil. Aunque
leo los periódicos casi todos los días en el iPad, parece que la tableta me turba
menos que el papel, porque cuando lo hago en este soporte me solivianto mucho
más. Como decía, mi mujer intenta tranquilizarme con apelaciones a la calma y a
la conveniencia, pero me resulta casi imposible hacerle caso. Y es que, mirado
fríamente, ¿cómo no sobresaltarse frente a la ignominia diaria a la que nos
someten nuestros impresentables gobernantes?. Ofreceré algunas muestras. Una de
las noticias de ayer fue la petición de indulto que han firmado los
parlamentarios del PP en las Cortes Valencianas a favor del ex alcalde de Torrevieja,
Hernández Mateo. Nada menos que el 85% de ellos se han movilizado en defensa de
su correligionario, condenado por corrupción. El ex munícipe y ex
parlamentario, en lugar de acatar la sentencia, como exigen a los demás, pretende
eludir la cárcel con la aquiescencia y complicidad de casi la totalidad de sus
camaradas en las Cortes, que no debieran olvidar que, además de representarse a sí mismos, también representan a la ciudadanía que los vota y, por ello, están obligados a tener y practicar la vergüenza, sea torera o no.
Pero
si ello no fuera suficiente, mi desazón aumentó sin pasar de la página tres
cuando, en un desguace lateral, bajo la rúbrica “Con nombre propio”, leí que la
señora Barberá, infausta alcaldesa de Valencia, había prestado declaración ante el juez Castro con
relación a los convenios suscritos por el Ayuntamiento que preside con el
Instituto Noos-Urdangarín. Esa señora parece que le dijo al juez que ni presionó ni maquinó para
contratar con el dichoso instituto, del mismo modo que antes decía que no se
había entrevistado con el Duque de Palma. Ahora, sin embargo, ante las
evidencias palmarias, reconoce que aunque no lo hizo en La Zarzuela, sí se
entrevistó con él varias veces, insinuando que fue engañada. Y seguirá diciendo
cuantas ocurrencias le venga en gana y haciendo lo que le plazca, sin recato ni
rubor, porque sabe que le van a salir gratis, política y judicialmente. La
derecha no paga peajes políticos ni judiciales. Y así, en la impunidad, cualquiera.
En la
página cuatro encontré un titular para levantar el ánimo: “La fractura del
bienestar social en la provincia”. Leí en ella algunos datos que evidencian que en los cuatro o cinco últimos
años el gobierno del PP ha desguazado el estado de bienestar que disfrutábamos:
200 camas y 1000 médicos menos en los hospitales, 2000 maestros menos en las
escuelas e institutos, un 30 % menos de becas de comedor y libros de texto y,
para rematar la faena, casi 240.000 personas que malviven de la caridad. Si
esto nos parece poco, en la página diez se incluye un reportaje que se hace eco
de las manifestaciones que los pasados días han llevado a cabo cientos de
estudiantes alicantinos, beneficiarios de las becas Erasmus, en diversas
ciudades europeas, exteriorizando ante embajadas y consulados sus protestas contra la supresión de las llamadas becas de movilidad y su oposición frontal a unos políticos que pretenden devolvernos a la caverna, revitalizando
la autarquía educativa y el “cordón sanitario” de los Pirineos, retrotrayéndonos
al aislacionismo de los siglos pretéritos.
A
estas alturas de la lectura, la saña de mi comezón era ya casi insoportable. Pero
había más. En la página veinte, sección “Política”, un titular resaltaba las
declaraciones del President Fabra en la convención celebrada por su partido en
La Vila para presentar a los alcaldes los presupuestos de 2014. En ellas, admitía el desgaste del PP por el
cierre de Radiotelevisión Valenciana y les pedía que levantasen la cabeza. Nada
que objetar a tan loable propósito del general arengando a su tropa. Pero inmediatamente, Fabra y
su vicepresidente Císcar cambiaron el disco y pusieron el habitual: Zapatero es
el culpable de los males económicos que aquejan a la Comunidad, lastrada por
una deuda suicida de 30.000 millones de euros. Aseguraban que el modelo socialista
de financiación autonómica, aprobado en 2009, nos expolia 1000 millones
anuales. Y yo me pregunto, ¿quién es el responsable del expolio de los 28.000
restantes? Porque, que sepamos, desde 2011, en Madrid gobierna el PP y, desde
1995, lo viene haciendo ininterrumpidamente en la Comunidad. Sin comentarios.
Yo, enésimo soldado patrio, confieso que también maté al general Prim.
Tampoco
cansaré al lector con el repaso a la totalidad del periódico. Bastante tengo yo con mi sarpullido desaforado. Además, tendría tema para
un mes. Concluiré con el contenido de la página veintidós, sección
“Política”. El titular, inefable: “La tesis del ex conseller Cervera, ex diputado nacional del PP, incluye 84 páginas iguales a otra”. Esto es el colmo de los
despropósitos. Que semejante fulano tenga la ‘barra’ de presentar una tesis
doctoral, la mitad de la cual es copia casi literal de la que diez años antes
entregó un doctorando egipcio en la Universidad Complutense, es académica e
intelectualmente insoportable. Que, además, los tres codirectores de la
referida tesis diesen el placet
para su presentación y que su directora principal arguya a fortiori que “se había aprovechado el trabajo realizado en la
primera”, apostillando que “el trabajo de investigación, que es lo
verdaderamente importante, es completamente diferente” reafirma mis
convicciones: no tienen vergüenza, no conocen los principios, son gandules de
solemnidad. Y, además, son aprovechados e impresentables y merecen, desde hace años, que los desalojemos del poder. Cuanto más tardemos, más lo
lamentaremos.
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